martes, 27 de octubre de 2009

La Matilde


En Zaragoza, La Matilde, es uno de esos restaurantes que dan que hablar, pensar y, en mi caso, escribir. (www.lamatilde.com)

El restaurante nos lo recomendó mi padre (a quien tarde o temprano tendré que dedicar todo un capitulo...ya entenderéis el porque). Llame a recepción del hotel para que nos hicieran la reserva y la mujer, en el otro lado del teléfono, me comento que era un restaurante conocido. Yo rápidamente asocie esa frase con "no te dejes la Visa en casa".

En una calle cerca de un precioso mercado, en el centro de Zaragoza; una puerta doble cerrada con un tim
bre. Al llamar, la abrieron y la primera impresión fue muy buena. Un local con historia! Nos atendió una señora quien amablemente nos dio a escoger entre dos mesas, pero a la que se le vio en la cara sus pensamientos " pareja joven; o se han equivocado o el pardillo quiere sorprender a la chica y se va a gastar sus ahorros. No sonrío mas, que no me van a dar propina".

El Maitre (o uno de los propietarios) nos dio las cartas y una carta de vinos impresionante. Según me comento, debajo de nuestros pies había una bodega con un gran repertorio de vinos y licores de todas las regiones de España. Y yo que me creo un entendido en vinos... ahora si pensarían "pareja joven: ni idea de vinos" y realmente no conocía ni 1/4 de la carta.

El sistema de elección de los platos es bastante "cachondo" (como me dijo mi padre por teléfono) Tu decides el segundo plato. El primero lo preparan en cocina y a su antojo. Para ello se basan en todos los segundos platos de la mesa.

Me decidí por un Enate Merlot-Merlot, mas que nada por que el "señor del vino" empezó a hablar de los vinos de Aragón como si no hubiese mas.
El Sommelier (otro de los propietarios), un señor que parecía sacado de una postal de los Pirineos "años 50", no fue para nada amable. Se limito a abrir la botella. El tapón, en la mesa se quedó. Sirvió. ¿Ok? OK. Rellenaba las copas y ya.

Creo que es una situación bastante desagradable cuando entras en un sitio y se les nota como hacen una valoración subjetiva de ti. Me suele pasar por joven. Aunque también tengo que admitir que mas de una vez se sorprenden cuando nos vamos. Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti. Así que nosotros fuimos extremadamente  simpáticos. Empezamos a apostar si yo conseguiría sacar una sonrisa al Sommelier o a la camarera. Nada de nada. Y eso que se me suele dar bien. Nada. En fin...

Vamos al grano. En La Matilde la calidad de los alimentos era muy buena. Me gustó el primer aperitivo, un pate de anchoas con aceitunas. El primer entrante: "es que me duele a tripa". La presentación del plato fuerte fue buena, a lo mejor demasiado cargada. Como digo, los alimentos estaban bien preparados y eso ayuda mucho. Pero en conjunto no me sorprendió nada, solo la extensa carta de vinos. El trato del personal fue correcto aunque muy seco. Solo destacaría al Maitre por su educación. Al final, el precio no fue tan elevado como pensaba para un restaurante dirigido a una clientela exclusiva.

¿Volvería a ir a La Matilde? Me falta muchísimo por conocer en Zaragoza... Aunque para una cata de vinos no lo dudaría. Estoy seguro:  el Sommelier podría enseñarme grandes cosas (si no se le come la lengua el gato!)







lunes, 26 de octubre de 2009

Café Oliver


No hace mucho, un domingo cualquiera, me desperte con ganas de tomar un Brunch. Un brunch es un desayuno/comida, ideal para esos que se quedan pegados a las sábanas los fines de semana. 
Suele constar de un plato principal, yo siempre me pido Eggs Benedict, y de varios bollos, zumos, cafés... un coctel muy "english".

El primer brunch que tomé fue en New York. En ese lado del planeta se me pegaban muchísimo las sábanas y a mis compañeros, sobre todo a Jimbo, se les pegaba hasta el colchón... En fin, me encantan los brekfast/Lunch. (En otra entrada hablare de restaurantes en NY)

Así que ese día, María y yo, decidimos llamar a Jimbo para invitarle a un brunch en el conocido Café Oliver de Madrid (http://cafeoliver.com/). Un restaurante de moda con un toque francés del que nunca habíamos oído hablar...

El Café Oliver nos gustó bastante. Comimos bien y parecía que estábamos en un pequeño rincón de París rodeados de carteles de RICARD (un anis con el que en Francia hacen el "aperó"), sillas de madera y tonos rojos en las mesas. Yo con mis Huevos Benedict y mi cheesburger me quede satisfecho pero no me quede impresionado.  El trato del camarero con nosotros era bastante seco, aunque nos sirvió correctamente. Sin mas.  El que parecía el "maitre" o propietario fue el mas correcto de todos, aunque sin destacar.

Café Oliver me pareció el típico sitio que se pone de moda en una gran ciudad, donde se come "ni bien ni mal" pero que, por ser un lugar diferente, triunfa. Y triunfar, triunfa... Es normal que la gente reserve para poder tener mesa (se puede hacer por internet, algo que sigue siendo novedoso para el 95% de los restaurantes)

Nosotros tuvimos doblemente suerte, encontramos un lugar para aparcar justo delante y nos dieron mesa solo entrar! La vida es maravillosa... o no por que en esa calle, que estaba en obras, pinché la rueda del coche de Maria.

Así que el maldito brunch nos salió carísimo! No solo por que la rueda era una "runflat" que no se puede reparar... sino porque el Café Oliver no es del todo barato y menos si pagas por tres!

Volvería a ir al Café Oliver? Seguramente SI:  si tengo reserva, voy en taxi, paga Jimbo y tengo ganas de rodearme de un ambiente "cool".


Presentación:

Hola a todos,

Me presento como un amante del buen comer, beber y dormir. Con este blog quiero transmitiros mis opiniones, sinceras y humildes, de los sitios por los que voy pasando.

¿Por que un blog con mis opiniones de restaurantes, bares y hoteles? Sin lugar a dudas, por que es con una de las pocas cosas con las que disfruto y me siento feliz cuando encuentro "el sitio".  

¿Por que creer en mi opinión, en mi criterio, en mi forma subjetiva de sentir y percibir "el sitio"? Que el lector pueda sacar sus propias conclusiones de un lugar es, en realidad, el objetivo de "¿Hambre o Apetito?". Por supuesto, ayudare a que mas de uno se decida por un u otro lugar. Y espero poder ayudar a algún que otro negocio del mundo de la restauración a ganar clientes, a mejorar o a que dejen el negocio...

¿Por que "Hambre o Apetito"? Sencillo. El dueño del restaurante que me enseño y me vició a bien comer, Restaurante Arce (www.restaurantearce.com) en Madrid, Iñaki,  siempre empieza a tomar nota de la "comanda" preguntando a cada comensal "¿tiene usted hambre o apetito?" Una forma original de empezar una excelente comida servida según si se tiene mas o menos hambre. Además, Iñaki hace de una carta de restaurante un auténtico poema y a lo largo de la comida convierte el comer en un auténtico arte. A Iñaki, y a su familia numerosa, le dedico esta primera entrada en mi, primer y único, blog.

Vamos alla!

Buen provecho!